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1 de julio de 2019

REVISTA FABULARIA TE PRESENTA A LA ACTRIZ VILLANGELENSE LORENA PALAVECINO

VILLA ÁNGELA - El teatro es un género literario perteneciente a la rama de las artes escénicas, a través del cual se comunica y entretiene a partir de la imitación, donde se relatan historias que son interpretadas ante el espectador mediante la utilización de una combinación de estrategias que abarcan a la oralidad, el discurso, la gestualización, la danza, entre otras expresiones humanas.

 

Sumado a lo anterior, también se considera parte a la escenografía, la música y el sonido, en relación a lo cual puede devenir en múltiples variaciones, como ser: comedia, tragedia, ópera, ballet, cine, pantomima, etc. La mayoría de los estudios consideran que los orígenes del teatro deben buscarse en la evolución de los rituales mágicos relacionados con la caza, al igual que las pinturas rupestres, la recolección agrícola que, tras la introducción de la música y la danza, se invocaron en auténticas ceremonias dramáticas donde se rendía culto a los dioses y se expresaban los principios espirituales de toda una comunidad. Este carácter de manifestación sagrada resulta un factor común a la aparición del teatro en todas las civilizaciones.

 

Para conocer más sobre este apasionante arte nos pusimos en contacto con Lorena Palavecino, actriz y docente, con quien dialogamos acerca de su rica trayectoria, los gajes del oficio, la docencia y su militancia feminista. Te invitamos a conocer en esta entrevista a una fascinante mujer que nos hace parte de su mundo en un ligero pero intenso recorrido por su historia de vida.

 

 

¿Con qué anécdotas se vinculan tus primeros pasos por el teatro?

 

Me inicié en la ciudad de Villa Ángela, en el grupo de adolescentes que se brindaba en el teatro “La Plaza”, tenía catorce años, por entonces todavía estaba  Aranguren, a quien se consideraba como verdadero referente por ser uno de los que había iniciado la movida teatral en Chaco. Debo decir que desde un primer momento me encantó y siempre vinculo mis inicios con una anécdota que tiene que ver con mi niñez, etapa en la que se me daba por actuar películas o telenovelas que veía, entonces, iba como escribiendo algunas historias que luego se las contaba a mis hermanos y a mis dos primos, algunas veces se las leía, otras las interpretaba y ellos me miraban… hasta hoy día sigue siendo motivo de risas y de cargadas dentro de la familia (risas). Hasta que un día llego a la casa de Norma Cardozo, una profesora con mucha trayectoria aquí en la ciudad, y me hago amiga de su hija, quien por primera vez me habló de todo lo que significaba el teatro, además de otorgarme material muy interesante, varias obras de teatro que de inmediato comencé a leer. Luego, me invita a un taller al que por sin dudarlo mucho asistí. Allí pude comprender que eso a lo que llamaban teatro era algo que yo lo hacía siempre fue una revelación con la cual quedé completamente fascinada.

 

Al finalizar el colegio secundario, se me hacía imposible ir a Córdoba o Buenos Aires a estudiar, entonces decidí quedarme acá, arranqué el profesorado de Historia, el cual hice muy poco tiempo porque me entero de que estaba el Profesorado de Teatro en Resistencia. Al siguiente año, me mudé a la capital para comenzar la carrera, donde fui descubriendo una manera de pensar y hacer teatro desde y para la educación, lo cual difiere bastante de lo que se vive al hacer teatro y a la vida de artista, aunque de cierto modo, con el pasar de la formación, le fui encontrando “el gustito” a la docencia que es a lo que me dedico y de lo que vivo en este momento.

 

 

Demás está decir que me encanta actuar y que si podría elegir me dedicaría solamente a ello. Al cursar la carrera fui conociendo mucha gente y siempre fui como una esponja, en el buen sentido, absorbiendo todo tipo de talleres en relación al oficio, es decir, nunca me conformé con la formación académica, por el contrario, seminario de teatro del que me enteraba de cabeza me metía. Así fue que también hice danzas contemporáneas, expresión corporal, y así, poquito a poco, me fui dando cuenta de que además de querer estudiar y formarme para ser una profesional, me encontré con que soy una actriz que gusta de poner el cuerpo y, consecuentemente, me generó la necesidad de tener que estudiar danza. Hoy por hoy, comprendí que todo esto está dentro de mi lenguaje que fui dominando y potenciando cada vez más participando de talleres interesantísimos a los que asistí en el ISPEA.

 

 

Posteriormente, me acerqué al cine probándome para un casting con uno de los directores en que trabajé para “Pez Gordo”, él me había visto en una muestra donde había participado con el ISPEA en que se encontraba filmando y me invitó a ser parte de un cortometraje basado en la historia de la Difunta Correa. Hice el casting y resultó que yo no daba con el perfil físico que requería el papel protagónico de la difunta, no obstante, logré quedar para interpretar un personaje secundario. Luego, me vuelve a convocar para otro trabajo que era un experimental, donde entraba en juego más lo corporal, algo semejante a la biodanza, donde conocí a otro de los directores, a Czombos donde me sentí muy cómoda trabajando en un ámbito independiente, aunque no fue algo profesional, porque no recibí una remuneración económica por el trabajo, como sí me había pasado en el caso anterior. Así fue cómo engancho con este proyecto que habían presentado al INCA con el nombre de “Pez Gordo”, el cual inicialmente, había sido pensado como largometraje pero al abrirse la convocatoria para series web se vieron ante la necesidad de realizar un cambio, sobre todo, considerando que en Chaco no se había dado nunca algo así, de hecho, es un nuevo formato, muy interesante y que se vio perfectamente aggiornado al momento. De este modo, decidieron readaptarlo para un formato de serie web, el cual tiene como protagonistas a tres personajes femeninos y uno de ellos cabía con mi perfil.

 

 

Frente a esta gran oportunidad acepté el reto y me dispuse a participar en caso de que el proyecto sea aprobado, cuando finalmente se aprobó, me convocaron sin necesidad de pasar por un casting, como la gran mayoría del resto de los actores, con los que en mayor medida ya nos conocíamos por estar en la movida teatral de Resistencia. Fue un verdadero desafío porque era la primera vez que experimentaba un papel protagónico y, además, de manera profesional. Sucedió que cuando leí el guión de mi papel, la sentí a “Débora” como muy lejana a mí, además de otras cuestiones que tuve la oportunidad de hablar con los directores (y allí es que entra un poco esto de mi militancia feminista) porque consideraba que mi personaje estaba construido desde una perspectiva machista, en el sentido de que era como “la minita” del varón protagonista, lo cual me disgustaba, entonces, se los planteé a los directores quienes, afortunadamente, accedieron a modificar un par de cosas y a darle más desarrollo a este personaje, gracias a lo cual pude sentirme cómoda siendo Débora. Paso siguiente, comencé a investigar y a embeberme de la historia que se iba a representar, como no conocía la parte de Barranqueras/ Vilelas, visité un par de veces el lugar, hice un par de entrevistas con los vecinos del lugar hasta que conseguí envolverme de esa realidad en la que habita mi personaje.

 

 

Hablános un poco acerca de tu rol como docente…

 

Me recibí de profesora de teatro en el ISPEA y estoy trabajando en un colegio secundario, también en nivel terciario, en el que estoy haciendo mi labor como docente en la localidad vecina de Santa Sylvina, donde el secundario tiene la particularidad de ser un colegio con orientación artística en teatro y música, es así que el alumnado tiene acceso a clases de teatro desde primero a quinto año, además de otras materias específicas como ser actuación y cine, a medida que se va profundizando las capacidades con materias como lenguaje teatral uno, lenguaje teatral dos y tres, más improvisación y producción. Considerando esta formación se trajo el Profesorado de Teatro a la misma localidad, una formación de nivel superior que conlleva cinco años de carácter público y gratuito, donde se trabaja con el mismo diseño curricular que en el ISPEA y el cursado se realiza en el horario nocturno. Un hecho definitivamente para celebrar porque acarrea importantes oportunidades a nivel de formación pese a que la localidad tiene una población chica, sin embargo, trajo aparejado una multiplicidad de eventos significativos y para destacar en relación a lo teatral y a la actuación propiamente dicha.

 

 

¿Cómo se vincula en tu vida la actuación, la docencia y la militancia feminista?

 

Admito que hay muchos aspectos en relación a la militancia que me chocan bastante, precisamente, en un momento dado quise militar en un partido político y, para ser honesta, como experiencia, no me fue algo que considere muy grato, ya que de alguna manera se empieza abrir una jugada desde donde se comienza hacer caridad o lo que es aún peor, el compromiso social queda relegado a un discurso. En este sentido, tuve mis reservas después de tan mala experiencia y por ese motivo nunca me dí la posibilidad de militar en el feminismo viviendo en Resistencia. Sin embargo, al volver a Villa Ángela, donde a nivel social e ideológico hay poca o nula apertura a los discursos de cambio, cuando yo venía de estar sumamente habituada a participar de conversaciones en ámbitos públicos donde ciertas cuestiones dejaron de estar naturalizadas (en relación al machismo y a al discurso dominante que se reproduce desde el patriarcado), se me planteó el dilema ante el cual tuve que optar entre enfermarme o irme, o, elegir el camino más difícil, el cual implica que debía hacer algo para que las cosas cambiaran. Ahí fue que decidí que me iba a involucrar aunque me tomó tiempo el pensar de qué modo iba a hacerlo. Para resolverlo volví a relacionarlo con lo teatral, porque desde mi perspectiva, la política tiene mucho de teatro, ya que tiene que ver con un accionar, con un hacer, y donde se trabaja mucho con la palabra. Así fue que decidí que iba a militar en el feminismo pero, fiel a mi estilo, poniéndole el cuerpo, y ¿qué quiero decir con esto? con el compromiso de acompañar a quienes tenga que acompañar y estar donde haya que estar, si tengo que ir a la plaza o marchar, organizar manifestaciones, pues tendré que hacerlo y si me requiere tener que conversar con personas sobre la ESI o el proyecto de la IVE -por más machista que sea el interlocutor, lo voy a hacer… Todo lo cual determinó mi implicancia en relación a esta problemática social, y, puntualmente, viviendo de cerca una realidad donde me encontré con varias de mis alumnas transitando embarazos adolescentes y también casos de aborto, como mi espacio es muy abierto, donde se trabaja mucho la libertad y la confianza, porque, insisto, yo no podría dar teatro de una manera distante con los alumnos, sí o sí, a través de la teatralización el grupo entra en comunión. Esto me permitió poder hablar sin tapujos con mis alumnas, situación que no se posibilita en otras materias, tal vez, tampoco en sus casas. Todo esto me hizo tomar conciencia de que había un vacío a nivel de contención y de comunicación que nadie lo estaba haciendo y que yo tenía las herramientas para poder resolver algunas cuestiones, ante lo cual me vi en la obligación de accionar.

 

Desde tu experiencia, compartí con nosotros algunas verdades que creas de utilidad para poder crecer como personas…

 

Bien, actualmente estoy atravesando por un aprendizaje muy interesante que tiene que ver con conectarse con lo que uno es y, paso siguiente, aceptarse… para mí, eso es todo, no hay mucho más. Lamentablemente vivimos en un sistema que no educa a las personas para que se conozcan así mismas, mucho menos a querernos, a valorarnos como seres humanos con capacidades infinitas, sino que al contrario, reproduce una humanidad que vive en la desconfianza y que se basa en crear una imagen para el afuera, donde se pasa la vida sin hacerse preguntas fundamentales para otorgar un verdadero sentido a la existencia. En este sentido, considero que el teatro es una gran herramienta para acercarnos a nuestro propio universo interno, porque si tengo que hablar desde mi experiencia, a mi hacer teatro me salvó la vida.

 

Por: Carla Fabiana López  https://revistafabularia.com

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